Día del Medio Ambiente
Relatos de un futuro encuentro con Cotopaxi Graham
Observé ese gran cono de tierra y admiré sus nieves, regresé a ver y dejó de existir por momentos. Volví mi recuerdo a un tiempo que no determiné en mi vida pero que lo sentí cerca y lejos de volver para desgracia de quienes habitamos en esta tierra árida de los Andes de América, en pleno Ecuador.
Ciertamente la vida de hoy es de comodidades dice mi padre, las distancias son cortas, el tiempo acelerado, las cosas al instante sin respiro a pensar, siempre controlados y perseguidos por una seguridad que nos da pánico antes que bien estar, con el pulso de un dedo hacemos todo, maniobramos nuestras vidas desde el cristal de luz y el asiento cómodo de casa.
La economía mudó a claves y fracciones de control prácticas, todo casi es artificial por imitación a lo natural, lo sintético se siente hasta en los almuerzos. Nuestra bella Quito de luces y cristales está gris celeste al igual que el resto de urbes, es chillona, fatigante cuando se está fuera y extremadamente fría en las noches, no hay paisajes naturales que admirar.
Vaya dominio que nos cargamos, ejercemos poder a través de esa gran red instaurada por maniobra del sistema social, y aún así la equidad que se pregonaba es contrastada por una terrible desigualdad que se acentuó y que no encuentra remedio sino en una gran lucha que se libra a escala global. El respeto a la naturaleza se perdió y está acabó por devorar a los más débiles.
Vuelvo a ver ese gran cono y admiro sus nieves, mi nombre es Cotopaxi Graham, no se por qué se me hace tan bello el resplandor cristalino del sol en las aguas de ese gran lago, qué hermoso tiempo para escuchar a las aves, a miles de insectos que aún ni una sinfonía digital los puede imitar. Celebramos a la tierra en este día, extrañamos sus formas antes del suceso, es el año 2029, los gobiernos dicen que no hay marcha atrás, aún cuando buscan reparar el daño y recobrar la vitalidad de la tierra.
Mi padre logró ver el blanco cono del Cotopaxi, inspirado por la voz de la naturaleza dice que me puso el nombre de Cotopaxi, vaya cosa de inspiración, al mirar yo el horizonte observo este inmenso monte y parecería que me hablara, que se apoderara de mi ser para decirme “quiero permanecer como esta imagen, la que tu ves”.
Inspirado yo por la tierra, digo esto, porque no conozco tu tiempo, pero si pudiera regresarlo lo haría antes del suceso, antes de perder esas blancas nieves que nutren la vida, riegan la tierra y forjan los ríos, alargan los días y equilibran el clima.
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