Crucé el océano para ver que el mundo no es lo que fue
Foto: Barcelona, España, Carrer de Ferrán (2015) @christianbaez |
No es suficiente que te lo cuenten. Hace falta tomar tu vida y lanzarla a un universo por conocer.
Crucé el océano para darme cuenta que el mundo ha cambiado, o al menos la realidad que me habían contado de él no coincide con el presente. He compartido tiempo con españoles, franceses, italianos, alemanes, británicos, rusos, portugueses, suizos, holandeses, chilenos, peruanos, bolivianos, colombianos, mexicanos, brasileños, ecuatorianos, japoneses, chinos, turcos, árabes y cuántas nacionalidades, para descubrir que los estereotipos están fracturados, el mundo no es más el que fue y hoy es todo, cuanto menos una generalidad.
Pensé hallar castillos y paisajes medievales, pensé observar fastuosas catedrales y monumentos que no sucumben al paso de los tiempos. Más he visto una ola de identidades acumuladas en un vasto horizonte que no distingue de fronteras, donde imaginas ser extranjero para darte vuelta y ver que todos son foráneos como vos, que no sabes quien es más amigable y más honesto porque ya nada es igual y los estereotipos no funcionan.
No es que unos sean mejores y otros sean peores. Es lo que dices, lo que haces, quién eres en este horizonte trazado por múltiples rayas en todas direcciones, insostenible en su paso, pero medible al ritmo que tu frecuencia considere necesario. Se han quedado los picassos, los dalís, los baudelaires, los gaudís en nuestra mente, retina y corazón, para dar avance al "concepto abstracto" pero me detengo ahora para reflexionar en lo dicho por Julian Torres Roa: ya han pasado 30 días y en lo que me concierne y más allá de la Academia, lo que he logrado aprender en este corto tiempo acá.., es que el mundo ha cambiado, la historia se reescribe y los viejos modos están quedando atrás.
No imaginas cuánto ha cambiado y cómo sigue mudando, porque hoy existe una amistad que usa el viejo vínculo histórico que muchas veces fue objetivo de menoscabo por un resentimiento quedado atrás entre América y Europa, y que ya no tiene caso, porque la reivindicación de las naciones y sus nacionales es un presente perpetuo de nuevas construcciones de las nuevas generaciones. Por tanto, salid de la penumbra y vislumbrar aquello nuevo, distinguid la elegancia de lo antiguo, la pomposidad de lo sacro, la sencillez de lo cotidiano, la hermandad de los ciudadanos globales, mirad lo universal de su pasaporte, todos iguales, concebidos del mismo modo y antecedidos por su progenitor, esto es lo que encontré después del mar.
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