Trigésimo aniversario, este es mi tesoro
08 de Mayo de 2013 - 30 años de bendiciones |
Mil bendiciones recibo, mil bendiciones multiplico.
Hoy es un día importante para mí. Quizá no fuera tan
importante si no valorara el tesoro que deslumbra a mi lado. Digo esto porque
soy afortunado y así me siento, al darme cuenta que Dios ha provisto de todo lo
necesario a mi lado. Se que seguirán llegando cosas nuevas y otras se irán,
pero hoy soy feliz de tener cerca y no muy lejos a mi mayor tesoro.
¿Y cuál es este tesoro? La conciencia misma, la certeza de
sentir a primera hora en la mañana, en el día de mi cumpleaños y en un momento
de oración, el primer abrazo revitalizador de Dios mismo y su palabra; la
certeza de despertar con un radiante sol, cuyo abrigo y luz se despliega a modo
de luminaria sobre la gran obra de arte que es la creación misma, la naturaleza
y la mano transformadora del hombre, pues ha imagen y semejanza de Dios lo
creo, haciéndolo forjador de estas estructuras, de la ciudad de cristal y
encanto arquitectónico. Afortunado yo al ser de Quito, de la milenaria ciudad de la Mitad del Mundo, del Centro del Planeta.
Y el tesoro que me rodea es grande mis amigos, porque está
compuesto en gran manera por mi
familia, mis amigos y amigas, mi gente linda como yo la llamo. Afortunado soy
al tenerlos, afortunado al conocerlos, al haberme cruzado con vosotros, ya sea
estando en Quito, en Guayaquil, en Zaruma, en el Ecuador entero; ya sea al
habérmelos encontrado, no por coincidencia en Montevideo, Barranquilla, New
York; en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Estados Unidos, en los
caminos recorridos, y en aquellos que faltan por recorrer en esta multidiversa América,
mi amada América Latina y en el mundo entero, en la ciudad planetaria de la cual
habló McLuhan, en Noruega, Francia, España, Italia, Inglaterra; en Europa, Asia...
Así es Dios, abriendo mis ojos y poniendo quietud en mi
espíritu este día, para ver más allá de los simples días, para ver la vida,
para ver la eternidad en su compañía y para lejos de lo material, sin que sea
importante, descubra en lo inmaterial, en lo ideal, el soñador e idealista que
soy y que siempre he sido desde niño, ese jovencito inquieto y creativo,
cuyos ojos se maravillan aún por conocer el mundo y sus culturas, sabiendo que
llegarán los días para jamás terminar de descubrir, para ejercer un
liderazgo a ejemplo, para llevar adelante el modelo de integridad que pregono en mi mensaje.
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