Los cuates del deporte en Navidad


En torno a la alfombra se logró esa armonía propia de Navidad.

Ese fue el día que sería felicidad y para todos fue felicidad.

Brad es un chico amante de los deportes y las aventuras. Ese día, él no iba imaginar lo gratificante que sería compartir con sus amigos, sus “cuates” del deporte en Navidad.

La fabulosa idea de Perliz, esa niña soñadora que cuenta pétalos para decidir su futuro, había germinado en la generosidad de los “cuates”. Entonces Jhon dijo a Perliz, hagámoslo ya, y entre risotadas, chistes y camaradería planearon el día que sería “felicidad”, sin saberlo siquiera como sería, solo se dijeron a sí mismos, será el día que será felicidad, para todos será “felicidad”.

Jhon le dijo a Juan y Juan a Kamila y ésta a su vez le dijo a Klo y Klo le dijo a X… en fin la historia se regó entre todos y llegó a Brad. Él no estaba muy seguro de ir, al fin se animó y en la casa generosa de los “cuates” del deporte, uno a uno llegaban los invitados al día que sería “felicidad” en tiempo de Navidad.

Perliz y Jhon esperaron a ver que nadie faltara en casa de los “cuates”, cuando de pronto oh sorpresa eran más. Los cuates se habían multiplicado, y entre las risas, las palabras y los juegos, Jhon sabía que era importante integrar. Había que hacer algo para que todos disfruten y sea el día que sería “felicidad”.

Entonces la mesa de juegos se abrió, había que gozar y brindar, era tiempo de reír, compartir y conocerse más. Los “cuates” saben como divertirse porque en ellos hay unidad. Convocados a la sala principal y luego de jugar, Jhon logró dinamizar en torno a la alfombra de sala esa armonía propia de Navidad.

Muchos regalos se dieron con generosidad y cualidades se descubrieron al entregar. Entre los “cuates” hay verdadera amistad, porque su amor al deporte los hace uno, porque han descubierto que día a día se valoran las experiencias y amistad de otros, porque hallaron allí el significado de la Navidad, en el momento de hacer renacer en sus vidas y en torno a sus conversaciones, la esperanza y la fe que provienen de uno, de Dios mismo quién guía sus vidas, la de sus familias y las de sus seres más queridos.

Y así fue que entre el cantar, el jugar, el hablar y el compartir cosas nuevas con los demás, los “cuates” del deporte lograron una mayor unidad, y ese fue el día que sería y fue “felicidad”, porque para todos ese día fue Navidad.

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