Tu pensamiento trae éxito o desgracia a tu vida
El pensamiento atrae cosas positivas o negativas. Cambia tu pensamiento para que tu vida y tu entorno cambien conforme a lo que persigues.
Muy bien, muestra tu sonrisa. |
Los rumores son un elemento de la comunicación. Muchas veces son el único elemento de juicio acerca de una persona o una situación y peor aún, muchas veces obramos a partir de ellos. Sus consecuencias, los conflictos, los malos entendidos a nivel personal, familiar, laboral, saltan a la vista por ellos.
Les voy a contar por ejemplo, la idea que me está dando vueltas en la cabeza hace ya varios años y sospecho que la tengo bastante redonda. Imagínese un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y la hija menor de 14. Está sirviéndoles el desayuno a sus hijos y se le advierte una expresión muy preocupada. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella responde: “No sé, pero he amanecido con el pensamiento de que algo grave va a suceder en el pueblo”.
Ellos ríen de ella, dicen que esos son pensamientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar billar y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el adversario le dice: “Te apuesto un dólar a que no la haces”. Todos se ríen, él se ríe, tira la carambola y no la hace. Pagó un dólar y le preguntan: “¿Pero qué pasó si era una carambola tan sencilla?"
Dice: “Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi mamá sobre algo grave que va a suceder en este pueblo”. Todos se ríen de él y el que ha ganado el dólar regresa a su casa, donde está su mamá. Feliz con su dólar le dice: “Le gané este dólar a Dámaso en la forma más sencilla, porque es un tonto”.
“¿Y por qué es un tonto?“, le dice su madre. “Hombre, no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado por una preocupación de que su mamá amaneció hoy con la idea que algo grave muy grave va a suceder en este pueblo”. Entonces le dice la mamá: “No te burles de los pensamientos de los viejos, porque a veces salen”. Una pariente le oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: “Véndame una libra de carne”, y en el momento en que está cortando agrega: "Mejor véndame dos porque andan diciendo que algo muy grave va a pasar y lo mejor es estar preparado”.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne le dice: “Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar en este pueblo y se están preparando y andan comprando cosas”. Entonces la vieja responde: “Tengo varios hijos, mire mejor deme cuatro libras”. Se lleva cuatro libras y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota toda la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.
Llega el momento en que todo el mundo está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice: “¿Se han dado cuenta del calor que está haciendo?". Otro habla: “Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor. Tanto calor que es un pueblo donde los músicos tenían los instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caía a pedazos". Sin embargo, dice: "A esta hora ha hecho calor”. “Pero si a las dos de la tarde es cuando más calor hay”. “Sí, pero no tanto calor como ahora”. Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: “Hay un pajarito en la plaza”. Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.
“Pero señores, siempre han habido pajaritos que bajan”. “Sí, pero nunca a esta hora”. Llega un momento de tal tensión que los habitantes del pueblo están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo. “Yo si soy muy macho", gritó uno, "yo me voy”. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndole. Hasta el momento en que dicen: “Si este se atreve a irse, pues nosotros también nos vamos”, y empiezan a desmantelar literalmente al pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo dice: “Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa” y entonces incendian la casa y otros incendian otras casas. Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio clamando: “Yo lo dije, que algo grave iba a pasar y me dijeron que estaba loca”.
Gabriel García Márquez
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